Zimbabwean Pineapple and grains sourced from local farming communities
La transformación alimentaria es un importante motor de las economías locales, crea vínculos de mercado para millones de pequeños agricultores y aumenta los ingresos rurales en países de África, el Caribe y el Pacífico.
La agrotransformación puede definirse como todas las actividades posteriores a la cosecha realizadas para conservar y preparar las materias primas para el consumo final o para otros fines. La preparación y transformación de alimentos puede definirse como «cualquier modificación realizada en un alimento con el fin de alterar su calidad gustativa o su vida útil». Los alimentos procesados se definen como cualquier producto agrícola crudo que ha sido lavado, limpiado, triturado, cortado, picado, calentado, pasteurizado, escaldado, cocinado, enlatado, congelado, secado, deshidratado, mezclado, envasado o sometido a otros procedimientos como la fermentación, el enriquecimiento, etc., para su consumo final u otros fines.
La industria agroalimentaria desempeña un papel central en la cadena de suministro agrícola debido a sus vínculos ascendentes y descendentes, añade valor a los productos locales, estimula la industria, crea empleo y sitúa al sector agrícola en el extremo superior de la cadena de valor. Con el rápido aumento de la población y las tasas de urbanización en los países en desarrollo, la demanda de alimentos está aumentando, sobre todo de alimentos procesados y listos para cocinar, impulsada por los mercados urbanos (ACET 2021). Las oportunidades que ofrecen los mercados de exportación también siguen siendo atractivas.
Mediante la transformación de productos agrícolas, los agricultores y las pequeñas y medianas empresas (PYME) pueden añadir valor al producto, aumentar sus ingresos y reducir las pérdidas posteriores a la cosecha. En el África subsahariana, las pérdidas y el desperdicio de alimentos debidos a malas prácticas de cosecha, pérdidas postcosecha y envasado y procesado inadecuados representan alrededor de un tercio de todos los alimentos producidos (GAIN 2020). En América Latina y el Caribe, alrededor del 12% de los alimentos se pierden después de la cosecha hasta la fase de venta al por menor, cifra ligeramente inferior a la media mundial del 14% (FAO 2019).
Para contribuir a un sector agroalimentario más sostenible, los agentes de la cadena de valor deben innovar para minimizar el impacto medioambiental de la producción de alimentos, reducir las pérdidas de alimentos y promover una economía circular, desarrollando subproductos a partir de productos que de otro modo se habrían desperdiciado. Las innovaciones incluyen tecnologías desarrolladas localmente y el uso de la agricultura inteligente. La sostenibilidad en el sector de la transformación implicará el desarrollo de envases más respetuosos con el medio ambiente para minimizar el uso de plásticos y la contaminación. Reducir el desperdicio de alimentos a lo largo de la cadena es una prioridad, en particular mediante la mejora de los procesos y los sistemas de gestión, y el uso de tecnologías y equipos de almacenamiento. La transformación ya puede reducir significativamente los residuos alimentarios, pero el procesado y la fabricación de alimentos consumen mucha energía y agua y deben gestionarse mejor para ser más eficientes. La transformación puede abastecerse de ingredientes sostenibles que cumplan las normas medioambientales y sociales.
Es esencial apoyar y reforzar los vínculos entre los pequeños agricultores y los procesadores de alimentos, fortaleciendo las relaciones directas para acceder a los insumos, el asesoramiento y la logística que les benefician en términos de productos de calidad y salidas comerciales para los pequeños agricultores.
